El turismo es un fenómeno que está en un claro proceso de cambio de tendencias. La actividad que surgió tras la 2ª Guerra Mundial, basado en el descanso de grandes masas de población cerca del mar, ha dado pasó a otra más compleja que combina la búsqueda de sol y playa con los valores culturales y las señas de identidad de las comarcas, regiones o paises. Esta demanda ha impulsado la creación de museos, ecomuseos, espacios culturales...centrados en la llamada cultura material.
El patrimonio industrial se ha benificiado del tirón en una especie de vuelta al romanticismo aventurero del s.XIX interesado en descubrir todo aquello considerado diferente. El turismo industrial nos conecta a través de itinerarios, museos y vestigios con el pasado de la Revolución Industrial. La aproximación a las improntas dejadas por la industrialización marca una nueva geografía cargada de simbolismo y momentos industriales. Un patrimonio, en definitiva, que sirve de atractivo turístico y de recurso para un desarrollo económico respetuoso con el pasado y las innovaciones de otros tiempos.
Son muchos los destinos que están apostando por esta modalidad e intentando convertirla en una forma de desarrollar la actividad turística en sus demarcaciones. Obtendrán éxito aquellos que además de poseer los recursos necesarios para la implantación de la actividad, sepan venderla en un mercado cada vez más complejo. La forma más tradicional de dar a conocer los recursos, es a través de los folletos turísticos. Una actividad interesante y que se propone en esta entrada es el diseño y elaboración de uno de ellos.
En el siguiente enlace se da un ejemplo del mismo:
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